Querido Dios :
Aunque he hablado más veces contigo, esta es la primera carta que te escribo, y espero que sea la primera de muchas.
Me encantaría enormemente poder decirte que aquí todo está genial y que todos son felices, pero no es la realidad.
En el mundo aún hay enfermedades, hambre y guerras, y muchas personas inocentes huyen desesperadas escapando de un cruel destino. Aunque no todo es malo, todavía queda gente que los comprende y ayuda, gente con una gran voluntad que les empuja a hacer lo que tú nos enseñaste... Gracias por no quitarles la esperanza, ya que sin ellos el mundo sí que sería un desastre.
Por último, me gustaría pedirte por mí abuelo, para que conserve la alegría y las ganas de vivir que lo caracterizan, y que le des fuerzas para luchar y ganar la batalla.
Hasta siempre, porque, en la vida, lo que parece un final, es, en realidad un nuevo comienzo.
Laura M,H
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